Actividad Física y Prevención del DOLOR MUSCULOESQUELÉTICO
Introducción
Como fisioterapeutas, nos enfrentamos a personas que presentan afecciones musculoesqueléticas, y nuestro objetivo es aliviar sus síntomas mediante diversos ejercicios y tratamientos. En última instancia, nuestro objetivo es la prevención secundaria, ayudando a esa persona a alcanzar un nivel de resiliencia. Pero, ¿y si pudiéramos trabajar en la prevención primaria? Este estudio examinó las asociaciones entre los niveles de actividad física y el riesgo de desarrollar afecciones musculoesqueléticas, aportando importantes conocimientos sobre la Actividad y la Prevención del Dolor Musculoesquelético. En esta revisión de la investigación, nuestro objetivo es resumir sus conclusiones y lo que pueden significar para su práctica.
Métodos
Este estudio utiliza el Programa de Investigación All of Us, una de las mayores bases de datos de salud de EE.UU., para abordar una laguna que los fisioterapeutas han reconocido desde hace tiempo: ¿Se asocia una mayor actividad física medida objetivamente con un menor riesgo de desarrollar dolor musculoesquelético?
Especificidad:
- ¿Más pasos reducen el riesgo?
- ¿Importan las intensidades de actividad moderadas o intensas?
- ¿Se ven afectadas de forma diferente determinadas regiones (cuello, espalda lumbar, cadera, rodilla)?
- ¿Son estas relaciones coherentes en función de la edad, el sexo y el tiempo de sedentarismo?
Para examinar estas relaciones, los autores llevaron a cabo un estudio observacional de cohortes utilizando datos de dispositivos portátiles (Fitbit) vinculados a registros electrónicos de salud de adultos inscritos en la base de datos del Programa de Investigación All of Us.
Los participantes eran adultos (≥18 años) que compartían datos tanto de Fitbit como de registros sanitarios electrónicos, tenían al menos 6 meses de monitorización de Fitbit con ≥10 horas/día y ≥10 días/mes válidos, no tenían dolor de cuello, lumbar, cadera o rodilla de referencia, y tenían al menos 12 meses de datos de Fitbit antes de cualquier primer diagnóstico de dolor registrado para minimizar la causalidad inversa.
Las medidas de actividad de Fitbit se resumieron mensualmente:
- Pasos diarios
- Minutos ligeramente activos (1,5-3 MET)
- Minutos bastante activos (3-6 MET, >10 minutos)
- Minutos muy activos (≥6 MET o ≥145 pasos/min, >10 minutos de ejercicio)
Se utilizó para el análisis la primera aparición de dolor de cuello, espalda lumbar, cadera o rodilla documentada en la historia clínica electrónica del participante.
Resultados
Para estudiar la relación entre la ACTIVIDAD FÍSICA y la PREVENCIÓN del DOLOR MUSCULOESQUELÉTICO, se incluyeron 14.754 participantes. Tenían una edad media de 51,3 años y eran predominantemente mujeres (72%) y de raza blanca (84,2%). El estudio registró un total de 796 casos de dolor lumbar, 144 casos de dolor de cuello, 1.362 casos de dolor de cadera y 1.754 casos de dolor de rodilla durante un periodo medio de seguimiento de 3,6 años.

Los análisis demostraron que los niveles más altos de actividad física se asociaban sistemáticamente con un menor riesgo de desarrollar varias formas de dolor musculoesquelético.
- En cuanto al DOLOR ESPALDA LUMBAR, los participantes con un mayor número de pasos diarios (percentil 75 frente a percentil 75 frente a percentil 75) mostraron una reducción del riesgo del 11% (HR de 0,82 y 0,72, respectivamente). La actividad ligera no mostró ninguna asociación significativa. La actividad física moderada (en el percentil 25) tuvo un cociente de riesgo (CR) de 0,89 (IC del 95%: 0,80 a 0,98), lo que corresponde a una reducción del riesgo del 11%. Los que realizaban una mayor cantidad de actividad moderada y vigorosa experimentaron reducciones aún mayores del riesgo (HR de 0,82 y 0,72, respectivamente). La actividad ligera no mostró ninguna asociación significativa.

- En el caso del dolor de cuello se observó una pauta protectora similar: los individuos que daban más pasos diarios (percentil 75 frente a percentil 75 frente a percentil 75) tenían un mayor riesgo de padecer dolor de cuello. Los valores de actividad física en el percentil 25 presentaron un cociente de riesgos (HR) de 0,69 (IC del 95%: 0,54 a 0,90), lo que corresponde a un riesgo un 31% menor de desarrollar dolor de cuello. Un mayor tiempo medio de actividad vigorosa resultó muy protector (HR 0,53; IC del 95%: 0,38 a 0,73), mientras que la actividad ligera y moderada no se asociaron de forma significativa.
- En cuanto al dolor de cadera, los niveles de actividad moderada y intensa se asociaron significativamente con una reducción del riesgo, con HR de 0,87 (IC del 95%: 0,78 a 0,97) y 0,93 (IC del 95%: 0,87 a 0,99), respectivamente. Sin embargo, en lo que respecta al dolor de cadera, los pasos diarios por sí solos no alcanzaron significación estadística.
- Por el contrario, ninguna de las medidas de actividad física (incluyendo el recuento de pasos, la actividad ligera, la actividad moderada o la actividad vigorosa) se asoció con la incidencia de dolor de rodilla, lo que sugiere una relación subyacente diferente entre la actividad y los síntomas de la articulación de la rodilla en comparación con la columna vertebral o la cadera.

Preguntas y reflexiones
La investigación sobre la ACTIVACIÓN y la PREVENCIÓN del DOLOR MUSCULOESQUELÉTICO se ve influida por una limitación clave de este estudio: incluyó principalmente participantes mujeres blancas con un buen nivel educativo. El hecho de que ya llevaran un dispositivo de seguimiento de la actividad (Fitbit) cuando se inscribieron puede indicar que estas personas ya eran muy conscientes de su salud y su forma física. Es plausible suponer que, dado que utilizaban un dispositivo de este tipo, ya eran moderadamente activos, o al menos conscientes de los beneficios del movimiento para su salud. Sería ideal que este estudio se reprodujera en poblaciones más diversas para generalizar mejor los resultados a un público más amplio.
Otro aspecto clave que hay que recordar es que las afecciones de salud estudiadas aquí se recogieron utilizando una base de datos de historiales médicos electrónicos. Esto significa que la información sobre la aparición de las afecciones musculoesqueléticas estudiadas procede de los sistemas de asistencia sanitaria. Seguramente comprenderá que no todas las personas que sufren una afección musculoesquelética acuden al médico. También plantea dudas sobre la exactitud de la determinación del "verdadero" comienzo del DOLOR. Muchos individuos gestionan los nuevos síntomas de forma independiente y pueden no buscar atención médica hasta que el dolor se vuelve persistente o incapacitante. Como resultado, el conjunto de datos puede sobrerrepresentar los casos más graves y omitir el comienzo temprano de los síntomas o las manifestaciones más leves. Esto repercute en la interpretación del momento y la dirección de la relación entre actividad y DOLOR.
Además, se desconoce si las categorías de actividad de Fitbit captan realmente la carga mecánica relevante para el dolor musculoesquelético. El dispositivo clasifica la actividad "moderada" y "vigorosa" utilizando umbrales basados en MET, que reflejan el esfuerzo cardiovascular más que el Estrés de la articulación o la calidad del movimiento. Para los fisioterapeutas, sin embargo, la carga mecánica sobre la columna vertebral, la cadera y la rodilla suele ser más significativa clínicamente que la intensidad metabólica. Esto plantea la cuestión de si los efectos protectores observados en este estudio diferirían si la actividad se clasificara en función de la carga biomecánica en lugar de la demanda metabólica.
En este estudio no se midieron el entrenamiento de fuerza ni la masa muscular. Si bien la actividad física y el ejercicio físico en general son valiosos, la Fuerza muscular es un factor de protección bien establecido contra el dolor musculoesquelético. Sin tener en cuenta el entrenamiento de resistencia o los niveles de fuerza de referencia, es difícil determinar si las asociaciones observadas reflejan los beneficios de la actividad por sí sola o si los individuos más fuertes y más condicionados simplemente toleran una mayor actividad sin desarrollar dolor.
La exposición ocupacional es otro factor no medido que podría haber influido en los resultados. Los pasos diarios acumulados durante trabajos físicamente exigentes implican cargas mecánicas muy diferentes en comparación con los paseos recreativos. Esto se conoce como la paradoja de la actividad física. Sin distinguir la actividad laboral de la de ocio, es difícil saber si las asociaciones observadas reflejan los beneficios del movimiento voluntario o las consecuencias de la distensión laboral repetitiva.
Por último, sigue sin estar claro si la ACTIVIDAD FÍSICA en sí es protectora o si simplemente refleja aspectos más amplios de la buena SALUD y el estilo de vida. Las personas más activas suelen tener mejor salud general, patrones de sueño y niveles de estrés, factores todos ellos que se sabe que influyen en el riesgo de dolor musculoesquelético. Si este es el caso, la actividad física puede actuar como un marcador de la salud en general en lugar de un factor causal directo, y el efecto protector observado en este estudio puede reflejar parcialmente estas variables no medidas.
Háblame de lo que es un "nerd
No es el primer estudio que mide las asociaciones entre la ACTIVIDAD FÍSICA y la PREVENCIÓN DEL DOLOR MUSCULOESQUELÉTICO. Sin embargo, aborda algunas limitaciones que los estudios existentes sobre este tema encontraron, tales como:
- La dependencia de la actividad autodeclarada introduce sesgos (sesgo de recuerdo, sesgo de deseabilidad social).
- Seguimiento de la actividad física sólo durante periodos breves (días-semanas), con asociaciones poco claras a largo plazo.
- Centrado en los resultados de la rehabilitación o posquirúrgicos, no en si la actividad previene el dolor musculoesquelético en personas que, por lo demás, no sufren dolor.
- La ausencia de patrones de actividad física continuos y reales dificulta el estudio de la actividad como verdadero factor de riesgo.
Para contrarrestar estas limitaciones metodológicas de las investigaciones más antiguas, los autores utilizaron modelos de riesgos proporcionales de Cox dependientes del tiempo, es decir:
- Se realizó un seguimiento de la actividad a lo largo del tiempoy no como un único valor de referencia.
- Se permitió que los valores mensuales de actividad cambiaran, reflejando la vida real.
- Los modelos se ajustaron por edad, sexo, IMC y educación.
Los cocientes de riesgo compararon el percentil 75 frente al 25 de cada métrica de actividad. Esto se hizo porque refleja una diferencia realista entre alguien que es menos activo y alguien que se mueve más en la vida cotidiana. Evita los casos extremos, ya sea en el extremo superior o inferior del espectro, y se centra en los cambios significativos. Por ejemplo, aumentar los pasos diarios de aproximadamente 5.600 (percentil 25) a 10.300 (percentil 75) es un objetivo comprensible que los pacientes pueden alcanzar. Esto hace que los resultados sean más claros y útiles para los profesionales clínicos.
Por último, el diseño observacional no puede demostrar la causalidad y el estudio puede pasar por alto algunos factores de confusión importantes, como la ocupación, los factores psicosociales y las lesiones leves previas.
Mensajes para llevar a casa
Este estudio demostró asociaciones entre la ACTIVIDAD FÍSICA y la PREVENCIÓN del DOLOR MUSCULOESQUELÉTICO. Las personas que se mueven más, especialmente a intensidades moderadas y vigorosas, muestran un menor riesgo de desarrollar dolor de cuello, espalda lumbar y cadera. El recuento de pasos ayuda, pero la actividad de mayor intensidad parece proporcionar un beneficio protector adicional. En el caso de la rodilla, el estudio no halló ninguna relación entre cualquier forma de actividad física (por pasos, ligera, moderada o intensa) y la aparición de dolor de rodilla, lo que significa que la actividad no aumentó ni redujo el riesgo de dolor de rodilla en esta cohorte. Los dispositivos portátiles pueden ofrecer información clínica significativa sobre los patrones de actividad a largo plazo y el riesgo de dolor musculoesquelético.
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