Ellen Vandyck
Director de Investigación
Los jugadores de voleibol realizan con frecuencia movimientos repetitivos, como el saque, que pueden sobrecargar considerablemente los hombros. Con el tiempo, estas acciones repetitivas pueden provocar lesiones. Según las investigaciones, los programas especializados pueden evitar aproximadamente el 50% de las lesiones deportivas. Aunque ha habido programas exitosos de prevención de lesiones de hombro para jugadores de balonmano, no ha habido un programa verificado para jugadores de voleibol hasta ahora. Como resultado, el objetivo de este estudio fue desarrollar y evaluar un programa de prevención de hombro específicamente para jugadores de voleibol. La idea es ofrecer a los entrenadores una nueva herramienta que les ayude a reducir las lesiones de sus jugadores.
En el estudio participaron ocho equipos, con un total de 93 jugadores. Cuatro equipos (50 jugadores) fueron asignados al grupo de prevención, mientras que los otros cuatro equipos (43 jugadores) fueron asignados a ciegas al grupo de control.
El programa preventivo del estudio se conoce como "Programa Universitario de Lieja". Está pensado para integrarse en las rutinas de calentamiento de los jugadores de voleibol, sustituyendo al calentamiento tradicional. El programa dura unos 24 minutos en total y se divide en tres secciones: ejercicios de carrera (3 minutos), ejercicios preventivos (18 minutos) y un ejercicio final (3 minutos).
El programa hace especial hincapié en ejercicios de fortalecimiento, pliometría y propiocepción. Estos ejercicios se centran principalmente en el hombro, pero también incorporan otras partes del cuerpo y la cadena cinética para mejorar el equilibrio y el movimiento funcional. El programa incluye ejercicios como fortalecimiento de los rotadores externos del hombro con Theraband, ejercicios de estabilidad central, ejercicios de propiocepción de hombro y tobillo, propiocepción de hombro con Theraband, ejercicios de pase, ejercicios pliométricos de rotadores externos y flexiones. Para adaptarse a los distintos niveles de habilidad, el programa también ofrece entrenamientos de diferentes niveles de complejidad.
Se comparó el riesgo de lesión entre el grupo de intervención (los que siguieron el programa de prevención) y el grupo de control (los que no siguieron el programa). Los resultados mostraron que la incidencia de lesiones era menor en el grupo de intervención que en el grupo de control. En concreto, el grupo de prevención tuvo una incidencia de 5,1 lesiones por cada 1.000 horas de juego, mientras que el grupo de control tuvo una incidencia de 7,1 lesiones por cada 1.000 horas de juego. Esta diferencia en la incidencia de lesiones dio lugar a un RR de 0,71 (IC 95%: 0,476 - 1,08).
Cuando se consideraron específicamente las lesiones de hombro, el 26,8% del grupo de control se lesionó el hombro, mientras que sólo el 12,8% lo hizo en el grupo de intervención. Esto condujo a un RR de 0,47 (IC 95%: 0,193 - 1,173). Dos tercios de los que sufrieron una lesión de hombro tenían antecedentes de lesiones de hombro.
En los jugadores varones, el riesgo de lesiones de hombro fue significativamente menor en el grupo de prevención en comparación con el grupo de control, con un cociente de riesgos de 0,253 (IC del 95%: 0,057 - 1,118). Esto se calculó a partir del 31,6% de jugadores del grupo de control que sufrieron una lesión de hombro frente al 8% de los del grupo de intervención.
La gravedad de las lesiones fue significativamente diferente entre ambos grupos, con el grupo de intervención sufriendo lesiones menos graves y lesiones con un impacto menor en el rendimiento.
Los principales resultados de este estudio se centraron en evaluar la viabilidad y el cumplimiento del programa de prevención de lesiones de hombro en jugadores de voleibol. Descubrieron que no todos los participantes seguían los ejercicios a rajatabla. Aunque la recomendación era completar el programa dos veces por semana, sólo el 16,67% de los participantes realizaban más de 1,5 veces por semana los ejercicios de prevención.
El grupo de intervención sufrió 5,1 lesiones por cada 1.000 horas de juego, mientras que los del grupo de control sufrieron 7,1 lesiones por cada 1.000 horas. Esta diferencia en la incidencia de lesiones fue estadísticamente significativa si se observa el valor p correspondiente. Esto es también lo que informan los autores, indicando así que el programa de prevención tuvo un impacto positivo en la reducción del riesgo de lesiones en los jugadores de voleibol. No puedo entender por qué esto podría haber sido publicado ya que el intervalo de confianza abarca el valor nulo ya que contiene "1". Según el intervalo de confianza del 95%, esta reducción de lesiones por 1000 horas de juego no es estadísticamente significativa, en contraste con lo publicado aquí. La interpretación correcta de una prueba estadística es de suma importancia cuando se publica un estudio, y fallos como estos hacen que se abuse de la interpretación no correcta de los resultados para llegar a una publicación. Se podría decir que cometieron un error en su interpretación, sin embargo, de los 3 supuestos cocientes de riesgo significativos, ninguno se interpretó correctamente. En todos los casos, el intervalo de confianza abarcaba el valor nulo y no era significativo, pero los autores seguían informando de la significación estadística.
Los fisioterapeutas pueden desempeñar un papel crucial a la hora de educar a los jugadores de voleibol sobre la importancia de los programas de prevención de lesiones y orientarles en la realización de los ejercicios adecuados. Según los resultados de este estudio, el programa de prevención produjo una reducción absoluta del riesgo de (7,1-5,1=) 2 lesiones por cada 1000 horas de juego. Puede que no merezca la pena el esfuerzo de implantarlo en el programa de un club.
¿Estoy diciendo que no se deben seguir programas de prevención? Desde luego que no. Pero debemos reconocer que no todas las situaciones son previsibles. Uno puede torcerse el tobillo al salir del coche a pesar de realizar regularmente ejercicios de estabilidad. Pero más vale que los programas de prevención que se pongan en práctica marquen diferencias reales; de lo contrario, sólo cuestan mucho tiempo y dinero.
Una de las razones por las que este programa no evitó más lesiones podría haber sido la adhesión y el cumplimiento subóptimos del programa. Puede ser necesario ajustar la duración y el contenido del programa para mejorar el cumplimiento y satisfacer las necesidades específicas de los jugadores y los entrenadores.
El cociente de riesgos compara el riesgo de un grupo con el de otro. Sin embargo, hay una trampa. Consideremos dos estudios: uno en el que el riesgo es del 0,2% y del 0,1% en dos grupos, y otro en el que el riesgo es del 90% y del 45%. Ambos ensayos proporcionarían el mismo cociente de riesgos de 2, lo que implica que el grupo de intervención se enfrenta al doble de riesgo. Sin embargo, el primer estudio sólo encontró un aumento menor del riesgo (0,1%), mientras que el segundo halló un aumento mucho mayor (45%). En consecuencia, la mera publicación del coeficiente de riesgo puede hacer que el efecto parezca más significativo en la primera hipótesis y menos importante en la segunda. Es fundamental estudiar las cifras reales para comprender el impacto exacto. En efecto, si se comparan 7,1 lesiones con 5,1 lesiones por cada 1.000 horas de juego, ¿merece la pena este programa?
Todos los jugadores del mismo club fueron asignados al mismo grupo de intervención. Esto se hizo para garantizar que no se compartiera información del programa de prevención con el grupo de control.
En base a los resultados de este estudio, se puede concluir que el programa de prevención de lesiones de hombro en jugadores de voleibol no parece prometedor en términos de viabilidad y adherencia, ni de reducción del riesgo de lesiones (de hombro) en jugadores de voleibol.
Referencias adicionales
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