Ellen Vandyck
Director de Investigación
La diabetes mellitus de tipo 2 es un trastorno crónico caracterizado por niveles excesivos de azúcar en sangre. Es el tipo de diabetes más frecuente y suele aparecer en la edad adulta. Hace que el organismo se vuelva resistente a la insulina que produce. La insulina es una hormona que permite a las células absorber glucosa del torrente sanguíneo para obtener energía, ayudando así a regular los niveles de azúcar en sangre. La resistencia a la insulina se produce cuando las células del organismo no responden adecuadamente a la insulina, lo que provoca niveles elevados de azúcar en sangre. La diabetes mellitus de tipo 2 está causada por una combinación de variables, como la susceptibilidad genética, las decisiones sobre el estilo de vida y la obesidad. El sobrepeso o la obesidad aumentan las probabilidades de padecer diabetes mellitus de tipo 2 porque el exceso de grasa corporal interfiere en la capacidad de la insulina para regular los niveles de azúcar en sangre. Si no se trata, puede acarrear diversas consecuencias, como cardiopatías, daños renales, lesiones nerviosas y problemas de visión. Las personas con diabetes mellitus de tipo 2 pueden llevar una vida sana y satisfactoria con los cuidados adecuados, que incluyen cambios en el estilo de vida, medicación y controles periódicos. De los cambios en el estilo de vida, el movimiento en la diabetes mellitus tipo 2 es importante, ya que ayuda a controlar la enfermedad y los resultados generales de salud.
Por lo tanto, el objetivo de este estudio era observar el paradigma de las conductas de movimiento de 24 horas en personas con diabetes mellitus tipo 2 de diversos grupos de peso. Fue el primer estudio que examinó las diferencias entre personas de distintas categorías de peso.
Este estudio transversal utilizó datos de un gran estudio de cohortes que controla a personas con diabetes de tipo 2. Se trata de una cohorte dinámica que ha sido objeto de un seguimiento prospectivo desde 1996. Las personas de esta cohorte tienen una visita anual con un médico generalista para el seguimiento de su diabetes tipo 2.
Sólo se incluyeron participantes sin otras patologías distintas de la diabetes de tipo 2. Durante una semana se registraron sus movimientos con un acelerómetro en la cadera durante las horas de vigilia. Por la noche no se llevaba el acelerómetro. Se utilizó un diario de registro del sueño para realizar un seguimiento del sueño durante el periodo de estudio. Se midieron el peso, la altura y el perímetro de la cintura y se calculó el IMC. Los parámetros cardiometabólicos se midieron en una muestra de sangre en ayunas. Se analizaron los siguientes parámetros:
En este estudio se evaluaron la duración del sueño, la actividad física ligera (AFL), la actividad física moderada a vigorosa (AFMV) y el tiempo de sedentarismo (TS). Se midieron mediante acelerometría y diarios de sueño para obtener datos sobre estos hábitos. De este modo, cada comportamiento puede compararse con los demás. Pretendían descubrir si se producían cambios en las conductas de movimiento entre personas con diabetes tipo 2 de distintos pesos. Si se encontraban diferencias significativas, se recurría al análisis de la varianza (ANOVA).
Además, compararon pares concretos de grupos de peso mediante análisis post hoc para determinar si había cambios dignos de mención entre ellos. Esto les ayudó a determinar qué grupos de peso tenían patrones de movimiento diferentes.
También se tuvieron en cuenta otras características que podían influir en los resultados, como la edad, el sexo y la duración de la diabetes. Emplearon modelos estadísticos para comprobar si las diferencias en los comportamientos de movimiento seguían siendo significativas tras controlar estas características.
Los investigadores evaluaron si existían cambios relevantes en los hábitos de movimiento entre las personas con diabetes tipo 2 con distintos IMC. Estos datos pueden ayudar a los profesionales sanitarios a comprender mejor cómo se relacionan las conductas de movimiento con el tratamiento de la diabetes y a desarrollar intervenciones específicas para distintos grupos de peso.
Un total de 1549 adultos con diabetes tipo 2 participaron en este estudio. Tenían una edad media de 68,5 años y un IMC de 29,5 kg/m2. Más del 80% de ellos tomaban medicación hipoglucemiante y más del 75% medicación hipolipemiante y antihipertensiva. Casi el 30% de la muestra tomaba insulina.
Los participantes con diabetes de tipo 2 se clasificaron en 3 grupos, en función de su IMC:
Se comprobó que los grupos tenían comportamientos de movimiento diferentes cada 24 horas. En las personas con diabetes tipo 2 y obesidad, los comportamientos de movimiento durante 24 horas revelaron que, en un día, dormían una media de 19 minutos menos y realizaban 31 minutos menos de actividad física ligera que las personas con diabetes tipo 2 y un IMC normal. Además, tenían 51 minutos más de sedentarismo cada 24 horas.
En comparación con el grupo de personas con diabetes tipo 2 con sobrepeso, el grupo obeso durmió 8 minutos menos, tuvo 36 minutos más de tiempo sedentario, 26 minutos menos de actividad física ligera y 2 minutos menos de actividad moderada a vigorosa.
El grupo con diabetes tipo 2 y sobrepeso sólo se diferenciaba de los que tenían un peso normal en el sueño: dormían una media de 10 minutos menos.
El IMC, la circunferencia de la cintura, el colesterol HDL y los triglicéridos se asociaron con los comportamientos de movimiento de 24 horas.
¿Qué ocurre con el IMC cuando se sustituye la actividad sedentaria?
Para dar sentido a estos resultados, los autores intentaron averiguar qué ocurría cuando se reasignaban duraciones de tiempo de hasta 20 minutos a otro comportamiento de movimiento. Aquí los autores encontraron:
¿Qué ocurre con el perímetro de la cintura cuando se sustituyen 20 minutos de actividad sedentaria o de sueño?
¿Existen diferencias entre los que duermen poco y los que duermen mucho?
Se utilizó la reasignación del tiempo para comprender mejor los resultados. Sin embargo, estas reasignaciones son sólo teóricas porque se derivan de un análisis particular. Este estudio no era un estudio pre-post en el que, por ejemplo, se midiera la circunferencia de la cintura antes y después de 20 minutos de sueño y se reasignara a un comportamiento activo cada 24 horas. Dado que el peso y la composición corporal no cambian rápidamente, éste es un método claro para dar sentido a los resultados. Pero para estar seguros de estos resultados, sería necesario un diseño pre-post de varias semanas. Sin embargo, no todos los días son iguales y creo que esto sería muy difícil de estudiar en un diseño pre-post, por lo que utilizar esta opción de redistribución teórica del tiempo parece un método convincente.
Se tomó la mediana del periodo de sueño del participante para dividir el grupo en durmientes de corta y larga duración. Sin embargo, no se mostraba la mediana. El grupo se dividió en durmientes largos, cuando registraban una media de 9,3 horas de sueño cada noche, y durmientes cortos o medios, cuando registraban 7,7 horas por noche. Así que la mediana tenía que estar en algún punto intermedio, pero no se sabía con certeza en qué punto. El 94% de los participantes durmieron más de 7 horas. Así que es probable que los datos sobre el sueño estuvieran sesgados. La mediana suele ser la medida de tendencia central preferida para distribuciones asimétricas o atípicas porque es más resistente a los valores atípicos que la media.
Los participantes tomaban medicación para controlar sus perfiles cardiometabólicos y estos perfiles estaban bien controlados. Los autores señalan que esto puede haber dado lugar a la falta de asociaciones en muchos de los resultados cardiometabólicos. Pero a pesar de que los participantes tenían estos perfiles cardiometabólicos bien controlados, este estudio aún encontró asociaciones entre los cambios en la conducta de ejercicio y el IMC, la circunferencia de la cintura, el colesterol HDL y los triglicéridos, lo que indica la importancia de incluso pequeños cambios en el movimiento en un solo día.
Dado que los datos son transversales, no puede asumirse la causalidad.
Una limitación de este estudio fue que casi un tercio de los participantes tenían datos no válidos del acelerómetro de cadera. Para solucionar este problema, se excluyeron del análisis los participantes sin datos válidos del acelerómetro durante al menos 5 días. De este modo se garantizaba la fiabilidad de los datos obtenidos. Imagínese que alguien se olvidara de llevar el acelerómetro durante varias horas activas al día. Esto haría pensar al investigador que pasaban más tiempo sentados.
El sueño se midió mediante un diario de sueño. El propósito era rellenarlo todos los días, lo cual es una buena opción, ya que disminuye el problema del sesgo de recuerdo. Sin embargo, no se mencionó si esto se había controlado. Puede que algunos participantes rellenaran el diario con precisión y otros no. Sin embargo, no se menciona cuándo se transfirieron los datos del sueño a los investigadores. Un registro diario del sistema habría sido más fiable que un diario de 7 semanas, por ejemplo. Una limitación de los diarios de sueño es que las personas los rellenan cuando se acuestan, pero pueden permanecer despiertas durante varias horas, que se contabilizan como "tiempo de sueño". Llevar un acelerómetro por la noche habría sido una mejor opción.
Este estudio no registró las dietas de los participantes a lo largo de este periodo de estudio de una semana. Por ello, la dieta no se incluyó en el análisis como variable de confusión.
La inclusión de una amplia muestra de una gran cohorte es un punto fuerte de este estudio porque aumenta la generalizabilidad de los resultados. Sin embargo, al interpretar los resultados debe tenerse en cuenta el origen de la cohorte. Por ejemplo, puede afectar a la participación en actividades físicas. Podemos pensar en la cantidad de actividad física que realiza una persona en un país cálido frente a un país frío. Lo mismo ocurre con la temporada en la que se siguió a los participantes. Algunas personas son más propensas a hacer ejercicio cuando hace mejor tiempo y esto puede afectar a los resultados.
Los tamaños de los efectos observados fueron en su mayoría pequeños, pero están en consonancia con otras investigaciones que examinan la composición corporal en personas con diabetes mellitus tipo 2.
En este estudio, los investigadores querían saber cómo afectan las distintas formas de movimiento a lo largo del día a las personas con diabetes tipo 2 de distintos pesos. Recogieron datos de personas con diabetes de tipo 2 y midieron la duración de su sueño, la frecuencia con la que caminaban ligeramente, la cantidad de actividad física moderada a extenuante que realizaban y el tiempo que pasaban sentados.
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