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Condición Hombro 20 Abr 2023

Plexitis braquial | Diagnóstico y tratamiento

Plexitis braquial

Plexitis braquial | Diagnóstico y tratamiento

La plexitis braquial, también conocida como amiotrofia neurálgica o síndrome de Parsonage-Turner, es una enfermedad poco frecuente que afecta a la red de nervios denominada plexo braquial, que controla el movimiento y la sensibilidad de los hombros, brazos y manos. Este trastorno se caracteriza por un dolor repentino e intenso en la zona afectada, seguido de debilidad o parálisis de los músculos afectados.

La plexitis braquial puede producirse a cualquier edad, pero afecta con mayor frecuencia a adultos jóvenes. A pesar de los importantes esfuerzos de investigación, no se conoce bien la causa subyacente de la plexitis braquial, y actualmente no existe cura para esta afección. Sin embargo, con un diagnóstico y un tratamiento adecuados, la mayoría de las personas con plexitis braquial pueden recuperar parte o la totalidad de su función con el tiempo.

Prevalencia

Aunque en un principio se pensó que era poco frecuente, la falta de reconocimiento puede haber contribuido a esta creencia. Afecta a entre 2 y 3 casos por cada 100.000 personas al año. La afección es más frecuente en varones y suele aparecer tras una enfermedad o un factor ambiental, como una actividad extenuante o la vacunación (Monteiro et al 2022).

Etiología

Existe un espectro bastante amplio de posibles causas de neuritis braquial. Las infecciones, ya sean bacterianas, parasitarias o víricas, el virus Coxsackie B, las paperas, la variola mayor y menor, el VIH y el parvovirus B19 son algunas de las causas más frecuentes que se han mencionado en la bibliografía (Feinberg y Radecki 2010).

La cirugía, la anestesia, las enfermedades reumáticas como el síndrome de Ehlers-Danlos, el lupus eritematoso sistémico, la arteritis temporal y la poliarteritis nodosa, así como los trastornos del tejido conjuntivo, son otros factores que ponen a las personas en riesgo de padecer neuritis braquial. Otros factores decisivos son el ejercicio extenuante y las lesiones de la cintura escapular.

La inyección de un medio de contraste radiológico, el toxoide tetánico y la antitoxina, la vacuna contra la difteria, la tos ferina y el tétanos (DPT), la viruela, la gripe porcina, el embarazo y el parto, la radioterapia, la punción lumbar y el neumoencefalograma son fuentes adicionales.

También existe una variante hereditaria, asociada al cromosoma 17q24. Estos pacientes tendrán ataques recurrentes, desencadenados por los mismos acontecimientos que los demás, como una infección reciente (Gonzalez-Alegre et al 2002).

Curso de síntomas

La neuritis braquial suele incluir tres fases. En la fase 1, el paciente se queja de un dolor intenso, normalmente unilateral, que se describe como doloroso, de aparición súbita, y que afecta a la cara lateral del hombro, como se observa en la afectación del nervio axilar, al dolor escapular, como se observa en la afectación del nervio supraescapular, a la pared torácica superolateral, como se observa en el nervio interóseo anterior, a la fosa antecubital, como se observa en el nervio interóseo anterior, y al brazo o antebrazo lateral, como se observa en el nervio musculocutáneo. El dolor es más intenso por la noche, despierta al paciente y no suele ser posicional. El intervalo entre el desencadenante y los síntomas oscila entre uno y veintiocho días de media, pero el 66% de los pacientes afirman que el desencadenante se produce en un plazo de siete días.

La detección precoz, de acuerdo con van Alfen et al., permite una intervención médica que puede disminuir la gravedad del curso clínico. Al cabo de unos días o semanas, el dolor extremo se autolimita y desaparece. En general, el tiempo de recuperación del paciente será más largo cuanto más dure el dolor. A medida que el dolor disminuye, los pacientes suelen entrar en la fase 2 de la enfermedad y empiezan a experimentar debilidad indolora, como debilidad en el brazo y la cintura escapular. Las manos y el antebrazo también pueden verse afectados, aunque esto es mucho menos frecuente. También comienza la atrofia muscular, pero después de 6 a 18 meses, suele producirse una recuperación lenta y constante de la función muscular, definida como fase 3 de la enfermedad (van Alfen y van Engelen 2006).

Según Ferrante et al., el 89% de los pacientes se recuperaron totalmente al cabo de tres años, el 75% al cabo de dos años y el 36% al cabo de un año. Sin embargo, según Van Alfen et al., tras una mediana de 2,5 años, el 30% de los pacientes refirieron molestias persistentes y el 66%, deterioro funcional. Destacar que la enfermedad no es autolimitada.

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Diagnóstico

Una revisión de Ferrante et al afirma que el diagnóstico se basa en la RMN y la EMG. El síndrome es difícil de diagnosticar debido a sus variadas condiciones, incluidas las presentaciones atípicas. Las alteraciones musculares más asociadas al síndrome están relacionadas con la movilidad, y el dolor también puede afectar a las regiones del brazo, el codo y la columna cervical. No hay consenso en la literatura sobre qué nervio es el más afectado, sin embargo, se necesitan más investigaciones para confirmar estos datos (Santos et al 2021). Un informe de caso de Abraham et al (2016) sugirió incluso que la inflamación puede estar fuera del plexo braquial.

El diagnóstico es importante porque puede evitar vías de tratamiento innecesarias o inútiles. Asegúrese de descartar otros diagnósticos como dolor de hombro relacionado con el manguito de los rotadores, hombro congelado, artrosis glenohumeral, poliomielitis aguda, esclerosis lateral amiotrófica, tumor del plexo braquial, discopatía cervical, lesiones cervicales, mononeuritis múltiple, infiltración neoplásica del tubo braquial, lesiones nerviosas compresivas no traumáticas, lesiones por tracción del plexo braquial y lesiones nerviosas compresivas traumáticas, infarto de miocardio y embolia pulmonar. Esta lista no es exhaustiva.

Examen clínico

En la exploración física, a menudo se ven afectados dos o más nervios. Un rasgo distintivo que diferencia a la neuritis del plexo braquial de otros trastornos es que afecta a varios músculos de forma diferente aunque todos estén inervados por el mismo nervio periférico (patoparesia). Más adelante en el curso de la enfermedad, la exploración física puede revelar síntomas de las neuronas motoras inferiores (hipotonía, arreflexia, atrofia y fasciculaciones), particularmente en el plexo braquial superior (C5,6,7). La abducción y la rotación externa del hombro estarán reducidas en los casos de debilidad que se desarrolla tras la fase de dolor agudo, lo que indica una afectación de los músculos deltoides, supraespinoso e infraespinoso. Cuando el músculo serrato anterior está implicado cuando el nervio torácico largo está afectado, tendrá ala escapular medial.

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Tratamiento

No existe consenso sobre las modalidades de tratamiento ideales. Se recomiendan analgésicos en la fase inicial dolorosa, así como la inmovilización de la extremidad afectada. No obstante, los corticosteroides no suelen afectar al pronóstico de la neuritis braquial. Pueden ser útiles en la fase aguda y se ha observado que aceleran la resolución del dolor agudo (González-Alegre et al 2002). Se recomienda hacer ejercicio para el hombro si el dolor lo permite. Otras modalidades han demostrado ser eficaces para reducir el dolor y la debilidad, así como para recuperar el trofismo muscular y el estado funcional. Esto incluye kinesioterapia, estimulación nerviosa eléctrica transcutánea, terapia dérmica profunda, crioterapia y/o estimulación eléctrica funcional. Tenga en cuenta que no existen ensayos de alta calidad en cuanto al tratamiento de esta enfermedad. Esto se debe al carácter poco frecuente de la enfermedad.

Descargo de responsabilidad

La bibliografía sobre este tema es excepcionalmente escasa. Interprete estos resultados con precaución para la práctica clínica y con fines intelectuales.

Referencias

Monteiro S, Silva Gomes D, Moura N, Sarmento M, Cartucho A. Parsonage-Turner Syndrome Revisited: Cuatro casos clínicos y revisión bibliográfica. Gaz Med [Internet]. 2022 Feb. 4 [citado 2023 Mar. 28];9(1). https://doi.org/10.29315/gm.v1i1.503

Santos, I. L., y Souza, V. G.. (2021). Cambios musculoesqueléticos y dolor en pacientes con síndrome de Turner de Parsonage: revisión integradora. Brjp, 4(BrJP, 2021 4(4)), 353-356. https://doi.org/10.5935/2595-0118.20210054

Feinberg, J. H., y Radecki, J. (2010). Síndrome de Parsonage-turner. HSS journal : the musculoskeletal journal of Hospital for Special Surgery, 6(2), 199-205. https://doi.org/10.1007/s11420-010-9176-x

González-Alegre, P., Recober, A., & Kelkar, P. (2002). Neuritis braquial idiopática. Revista ortopédica de Iowa, 22, 81-85.

van Alfen, N., & van Engelen, B. G. (2006). Espectro clínico de la amiotrofia neurálgica en 246 casos. Brain : a journal of neurology, 129(Pt 2), 438-450. https://doi.org/10.1093/brain/awh722

Abraham, A., Izenberg, A., Dodig, D., Bril, V., & Breiner, A. (2016). Peripheral Nerve Ultrasound Imaging Shows Enlargement of Peripheral Nerves Outside the Brachial Plexus in Neuralgic Amyotrophy. Journal of clinical neurophysiology : official publication of the American Electroencephalographic Society, 33(5), e31-e33. https://doi.org/10.1097/WNP.0000000000000304

Gstoettner C, Mayer JA, Rassam S, et al. Amiotrofia neurálgica: un cambio de paradigma en el diagnóstico y el tratamiento. Revista de Neurología, Neurocirugía y Psiquiatría 2020;91:879-888.

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